martes, 15 de marzo de 2011

En cierta un ocasión, un amigo de varios años me reprocho que cuando no estoy lidiando o hablando de mis problemas “reales” hablaba, leía, o pintaba halcones.
Pensé porque hacia eso?. Me pregunté por que el hombre, los hombre ha sentido ese fascinación, miedo, amor, respeto por aves rapaces? ¿Que tienen esos seres que provocan esa sentimiento de amor –odio? Por que se perfectamente que no soy el único.
Tal vez sea tan antiguo como la humanidad hay pinturas rupestres donde se ve al hombre mirando a una rapaz en el cielo, tantos pueblos que las mirador pasar sobre sus cabezas, las alabado como dioses, como el ave fénix.



O el dios egipcio Horus, que representaba la divinidad y la faraón.


El pueblo mexicano desde sus raíces ha venerado, ...


y se ha cubierto con la imagen del águila, para dar coraje, valentia y poder a los Caballeros águila.


O les han temido como al Roc de Simbad (no las películas de Hollywood no, de Simbad El marino, uno de los cuento de Las mil y una noches original)


O las plasmado en sus escudos para materializar las cualidades de esta aves en si mismos, como han sido en los escudos aleman, ...
Español...


Ruso...

por supuesto de México...


y hasta los E.U. con su pigargo.


La humanidad no ha podido pasar desapercibido las cualidades depredadoras de la aves rapaces y por ello siempre han estado presente en su modo de vida, religión, arte y hasta en sus sueños.

Yo supe por qué a mí me fascinan, es por envidia… envidio que puedan volar alto, más alto que cualquier criatura, y gozar de la libertad que ello conlleva.
En su estatus de cazadoras llevan la autoridad para hacer suyas las distancias y la altura, en su mirada poderosa de visualizar todo o que les pertenece, todo lo que su mirada alcanza a percibir, la libertad de tomar lo q necesita cuando lo necesita.
Para ellas no hay fronteras, ni limites esos se los dejan a los pobres hombres atados al suelo, que se tiene que conformar con extender su brazo para que ellas, las poderosas los miren y se apiaden de ellos y regresen a posarse, a regalarles un momento de su vida, de su coraje, de su mirar, y hacer sentir la fuerza de sus patas, que pueden quitar la vida a aquello q se convertirá en su alimento, o en dar la vida con mesura, a sus crías que seguirán fascinado a la humanidad con su velocidad, con coraje de su pasadas y ataques, su gran tamaño, la mirada penetrante o todo a la vez.

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